Al doctor House también debemos haber hecho inviables por larga temporada las películas y series de médicos y enfermeras que se perpetraban en España. Algunas eran puro costumbrismo multigeneral de familias parecidas a las de los Simpson, sin escenas en hospitales y centros de salud en la misma línea que el taller del Fiti de los Serrano. Pero otras que se gastaron dinero en decorados y lavandería fueron protestadas por los colegios oficiales de los facultativo porque más que de medicina o de salud, se centraban en relaciones personales entre los personajes de la ficción, a veces subidas de tono. Ni siquiera se recuerdan personajes, tramas ni títulos.
– Si se despedaza 1 mentira, los pedazos son lo que hay de verdad, O´Neill. No hay mentiras puras, pues dudo mucho que las denunciadas por los profesionales sirvieran para colocar anuncios como los que se muestran en tan rigurosas circunstancias, plagados de advertencias, pero entre las estrepitosas colocadas en discursos que se supone que deberíamos verlos hasta los refractarios a los ponentes (tanto el colegio de médicos como el de enfermeras volvieron a protestar airadamente contra los portavoces oficiales, además de denunciarlos por su falta de previsión, temeridad, incluso burlas en programas de entretenimiento, también hay que conjugarlas con el factor tiempo o circunstancia del sabio. Supongo que las series de hace 2 ó 3 lustros, no eran tan comprometidas hasta para los tertulianos que se las dan de expertos en programas de interés general (estado de alarma, toque de queda, hudimiento económico y social solo comparables a los de las guerras), pero pienso que la verdad, además de insólita, es 1 bien tan extraordinariamente preciado y precioso como para seguir rebuscando si hace falta en los fragmentos contenidos en mentiras de bulto. Aunque España no era precisamente el país en el que más test se hacían, no importa cuándo lo lea, ni la Escuela de Salud Pública Johns Hokpins contaba los que se hacían fuera de Estados Unidos, otros dirigentes vieron que hacer test de cualquier tipo, era sin duda mejor que no hacerlos. Y por su parte, la prestigiosa Escuela de Salud Pública norteamericana, además de auparse al podium entre las universidades, codeándose con la de Oxford, que desarrolla la vacuna más prometedora, empezó a llevar la cuenta de los test en otros países, así como cuando empezaron las vacunaciones, también entran en liza las principales revistas médicas, logrando convertirse en algo parecido a marcas de alcance global hasta el punto que infunden respeto solo mentarlas a los profanos, y por supuesto que disuaden a los dirigentes mentirosos en algo tan importante en adelante. La Escuela de Salud Pública Johns Hokpins (publicado en Annals of Internal Medicine en mayo 2020) reveló que el período de incubación promedio del nuevo coronavirus es de 5,1 días. El estudio añade que la mayoría (97,5%) de los contagiados que desarrollan síntomas lo hacen dentro de un período de 11,5 días.
– Desde que alguien se expone al virus a través de la nariz o la boca pasan de promedio 3 días hasta que empieza a desarrollar síntomas, como todos y fiebre, declara a la BBC el doctor Vicente Soriano, médico especialista en enfermedades infecciosas y genética clínica, exasesor de la Organización Mundial de la Salud y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja. Pero la capacidad de transmitir ese virus a otros se prolonga de 7 a 10 días más. Es cuando los síntomas ya han remitido o desaparecido, cuando disminuye la posibilidad de infectar. No obstante, las pruebas PCR, que se usan para detectar el virus, pueden seguir siendo positivas varios días o semanas después del contagio, pero esto no quiere decir que la persona siga siendo infecciosa. La PCR que detecta fragmentos del genoma del virus puede continuar positiva después de 1, 2 ó hasta 3 semanas después de que la persona se curó de #coronavirus #covid19. Pero esa PCR positiva no refleja contagiosidad. Lo que detecta la PCR son fragmentos de virus, o secuencias basura del genoma del virus que están en el tracto respiratorio y que expulsamos durante varias semanas después de haberse curado la enfermedad, revela este experto.
– La cuarentena por contacto con positivos de #coronavirus #covid19 podrían reducirse a 7 días si se hace 1 test de PCR o de antígenos, según sugieren las conclusiones del estudio de modelización inglés publicado en Lancet. La contiagiosidad del coronavirus es de 7 a 10 días, 1 ó 2 antes de empezar los síntomas y mientras ocurren. La cosa se complica cuando el infectado es asintomático. Con los asintomáticos no se sabe por cuánto tiempo pueden ser infecciosos. Básicamente, las personas asintomáticas pueden transmitir virus a otros durante 1 semana, igual que los que tienen síntomas, pero a menos que la persona se haga un test de antígeno (para detectar que tuvo la enfermedad) ó 1 PCR, esa persona pasa desapercibida, añade. De allí el interés del rastreo para identificar a las personas que han podido estar en 1 zona de contagio con gente que aun no dió positivo y hacerles el test de antígeno o la PCR, a partir de las 48 horas del evento. Mucho más baratos (4,5 ?) que los PCR (alrededor de 18 ?) y rápidos en dar resultados, alrededor de 20´, desde 30 septiembre 2020, 1.425.000 #madrileños fueron convocados en 31 municipios, pero menos de 1/3 acudió y de las 435.785 test de antígenos que se hicieron, salieron 1.544 positivos. Por el contrario, donde resultaron eficaces fue en su uso para sintomáticos.
Que necesita 1 soporte físico, aunque sean las minúsculas gotas de vapor de agua que exhalamos al cantar, hablar, toser, que ataca por sobrexposición, y por tanto no es tan preocupante que nos alcance o afecte esporádicamente, como estar tan expuesto como los sanitarios o los que conviven bajo el mismo techo con los enfermos, y que prefiere estancias interiores, de ahí que se autoricen las terrazas ventiladas de los bares, siendo poco o nada recomendables los servicios comunes de los hospitales, de lugares de trabajo, colegios, cualquier otra zona de uso común y frecuente, son 3 certezas sobre el #coronavirus #covid19. De la recomendación de lavarse frecuentemente las manos con gel desinfectante o jabón, se deduce que siempre dentro o junto a la humedad como soporte, o en ambientes poco ventilados, los agentes desinfectantes debilitan los pinchos de la corona, que es por donde se agarra, y no tanto que eliminen el cuerpo o corpúscula claramente representado en las ilustraciones como 1 mina bélica marina.
Rempujo, concepto coloquial de la lengua castellana que recuerdo como rempojo, pero no viene en el diccionario, es la fuerza o resistencia que se hace con cualquier cosa, como las puntiagudas espigas secas y otras que se desprenden de las plantas en verano, como muy destacadamente 1 bolas del tamaño de 1 uña que se parecen extraordinariamente al #coronavirus #covid19, casi imposibles de desprender cuando se pegan a la ropa, sobre todo los calcetines, incluso después de lavarlos, y que son las que desaconsejan o disuaden de salir al campo en verano. Se remiten o recuerdan al concepto marítimo del disco plano, estriado en 2 direcciones, y que aplican los veleros a la palma de la mano para empujar la aguja cuando cosen velas. También me vale escoria, que recibo como insulto por emplear reiteradamente el concepto intoxicación donde otros dicen contagio, junto con otros como veneno, y sobre todo antídoto en vez de vacuna, que básicamente es lo mismo, con la única diferencia que parece que me alejo del discurso oficial. también me siento incapaz de soportar:
– Monótonos monólogos monocordes que declaman inacabablemente lecciones cuya pedantería impresiona más que su profundidad, con el mínimo soporte de argumentos imperceptibles o indescifrables, en palabras del profesor José Lozano en Más allá del Galdós: la cuestión del gusto, del que no voy a citar al escritor que se pone como ejemplo, pero sí que se trata de 1 autor cuyos chispeantes artículos de opinión y parece que su conversación son justo lo opuesto a sus novelas y relatos, algo que parece que pasa muchas más veces, como por ejemplo en las piezas teatrales de algunos novelistas o viceversa, no solo Galdós, también Larra y me parece que varios críticos literarios que fracasaron con sus obras de ficción. Tras ver los soberbios documentales de Discovery Max sobre el #coronavirus conocido como #coronavirus #covid19 y el titulado Enemigos invisibles, y sin ser la panacea como creía, no puedo menos que reafirmarme en mi advertencia o recomendación de tratar -hervir, cocer como en las comidas, batir, aplicarle filtros, tomarla en infusiones, envasadas en refrescos con muchos controles- el agua corriente que llega a los domicilios en los que estamos confinados. De hecho me parece casi inverosímil que además de la recomendación de lavarnos las manos insistentemente, cambiar y lavar las toallas con agua caliente, o medidas de higiene realmente exageradas como las que se toman en algunas casas cerradas a cal y canto, en las que los que no estamos confinados solos, casi tenemos que cuidarnos y cuidar de los otros como en la calle, no se añada la que digo de tomarnos más precauciones si cabe con la que ingerimos, como si estuviera a salvo de la contaminación algo más que evidente y escandalosa. Quede muy claro que no niego ni desmiento el discurso oficial, que además hace gala de desconocimiento e ignorancia parecida a la mía, pues del asunto que nos ocupa solo se sabe lo que pasa, pero con los datos de Corea del Sur y Japón, sitios en los que no dictaron confinamientos o encierros, ni hundieron su economía de subsistencia, además de tener y aplicar tests no necesariamente de alcoholemia, localizar y aislar los focos de intoxicación, alguno más que tan desafortunamente se aplican en otros sitios, como destacadamente y por desgraciadamente España, sus poblaciones están acostumbradas a las pandemias, que parecen más frecuentes en Asia, de forma que además de todas las medidas de sus dirigentes, todos sus habitantes saben lo que tienen que hacer en cuanto suenan las alarmas, como salir lo menos posible sin necesitar que se lo digan, ponerse mascarillas sin necesidad de que se lo pidan, extremar las medidas de higiene corporal y con los objetos de uso personal, como por ejemplo los móviles, y también la que digo e insisto, con el agua corriente, no solo para lavarse insistentemente con jabón las manos, sino como mucha más razón la que ingerimos, que puede estar contaminada y puede ser el agente de lo que llaman contagio, y no solo de este #coronavirus realmente agresivo, sino de todos los demás. Al menos este insulto me lo guardo como trofeo, pues no solo demuestra que lo dije todo lo insistentemente que pude, sino que además, los discursos creo que personales ajenos a los oficiales, realmente tienen impacto en estas situaciones, pues a este que me insulta así como a sus seguidores, realmente no los conozco de nada, y si les llegó el mensaje fuera del circuito de los que tienen megáfono y pegan mítines por los medios de comunicación subvencionados, es porque también merecen atención generalizada. no podría militar en el sindicato de funcionarios CSIF, del que solo conozco a 2 militantes, 1 familiar que me sorprendería cualquier vínculo religioso, y 1 de sus dirigentes históricos del que me llevaría otra gran sorpresa como las de estos días de pavor. De hecho estoy convencido que es 1 luchador por la libertad de expresión incluso más significado que yo, por lo que no lo asocio a ninguna denuncia por blasfemia ni parecida. En el pantallazo de abajo aparece el mensaje del que se ríe, y cuando lo cuento, con 10.003 muertos sobre la mesa de autopsias, o en las morgues congelados, 950 en las últimas 24 horas, al menos hay 1 juez al que tampoco parecen hacerle ni pizca gracia las burlas macabras de los ignorantes en su prepotencia cerril. El que sigue es otro de mis escritos visionarios titulado: Solo dan su brazo a torcer cuando pagan otros. Estuve fisgando en el avatar de quien me respondió y no encontré ninguna coincidencia entre nuestros respectivos contactos, ni me siguen ni los sigo, ni ganas, ni menos me hace gracia lo que pasa ni tengo motivos para burlarme de nadie y ni siquiera para reir desde hace semanas. Con 10.935 muertos reconocidos, 932 en las últimas 24 horas desde que lo cuento, cifra que parece mínima, se puede imaginar que las denuncias no son 1 sino cientos, y que la forma de desacreditarlas políticamente es señalar a quien lidera alguna como si todas fueran la misma o por lo mismo. Me reservo la opinión sobre procesos que van a durar años y por el nombre propio que aparece al frente de alguna que señalan, lamento decir que tendré cuidado de no unirme a ninguna de esas plataformas, y mucho más de necesitarlo. Cumplí a rajatabla el confinamiento y la cuarentena, junto con los que me rodean, y con la confianza recién adquirida o recuperada, lo único que tengo que decir es que ya no se ríen de mi ni supongo que de otros, independientemente de la suerte que corran y lo que duren sus procesos judiciales, pues ya digo que no soy funcionario y si lo consigo, pues me presento a oposiciones y apruebo alguna de las que sí hay empleo más incluso del que sería deseable, se a qué sindicato profesional me voy a apuntar llegado el caso. Como las risas se tornan en insultos, me permito aclarar que en las comprobaciones que hago siguen sin coincidir mis seguidores con los de quienes me insultan o se ríen sobre lo que son noticias de actualidad y enlaces como si me fuera algo personal en ellos; y la impresión que tengo es que son cuentas en redes sociales recién aparecidas en el confinamiento para ese propósito político concreto que desapareceran sin dejar rastro, si es que volvemos a algo parecido a la normalidad en la que el premio es la indiferencia generalizada. Lejos de desanimarme o disuadirme, resulta que antes tenía la impresión de predicar en el desierto, mientras que ahora y empleándome con el mismo procedimiento (cruce de datos, pantallazos, seguimiento de los asuntos a través de agregadores, espero que haya también algún lector o visitante ocasional de los de antes o que alguno de los novatos esos caiga atrapado en el procedimiento que tanto llama su atención), la impresión que tengo es que esos mismos mensajes (en la forma) en redes sociales tienen mucho más impacto. Ni siquiera veo tanta diferencia entre emplear la palabra intoxicación por lo que llaman contagio, o antítodo por lo que llaman vacuna, pues para mí, que estudié lingüística, las palabras siempre valieron mucho, además de que son actos incluso de más valor que los insultos destemplados o las risas inoportunas, y no solo ahora; y estoy acostumbrado a manejarme con argumentos y pruebas que es precisamente lo que más falta, mientras que antes era lo que brillaba por su ausencia. Se me vienen a la cabeza algunos refranes, pero no creo siquiera que sea la ocasión.
Los expertos que no vieron venir la pandemia del #coronavirus #covid19, y que tras encajarla como Poli Díaz, el Potro de Vallecas, la somanta de guantazos de Pernell Whitaker en la mayor paliza jamás propinada, ahora tampoco encuentran la puerta de salida al #estadodeabuso, también creen que no hay ningún blog ni página web de referencia sobre la epidemia, cuando las condiciones del encierro riguroso, con más de la matad de la población del planeta en nuestras casas con 1 único punto de acceso a la información tan necesaria, y prácticamente todos los blogueros y desarrolladores ante 1 oportunidad espero que irrepetible para captar la atención del prójimo, el resultado es de empate sin goles. también he fracasado con los míos, aunque no en términos generales, pues como de lo que más se hablaba era de problemas con la censura tan poderosa como generalizada, puedo a asegurar y probar si lo necesitara que salgo, además de vivo, con todas mis cuentas en redes sociales, blog y páginas web indemnes, ni 1 solo rasguño si no fuera porque se perdió mi ritmo de actualizaciones, aunque no tanto alegrarme de haberme dedicado a ello desde mucho antes. Pero es que además, desde los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils en agosto 2017, en la red de redes ya no se triunfa con títulos de blog y páginas web de marca, sino como individuos, y en algunos casos logrados, autores que se revelan. Para el periodista y comunicador español Alfonso Merlos, siempre habrá 1 antes y 1 después de la pandemia de 2020, y no solo en España. Y el modelo Jon Kortajarena, que confundía con otro que tiene cara y gafas de concha de ministro y apenas sabe hablar, difícilmente pasará desapercibido cuando se permitan los encuentros como para rodar programas de cocineros como los que abundan en las cadenas de televisión españolas. Además de las mascarillas, tema que sin duda es la estrella de los medios de comunicación convencionales y digitales en 2020, las recetas de cocina y en general, noticias de productos de consumo generalizado para encierros prolongados (papel higiénico, geles desinfectantes, guantes de látex, etc.) solo demostrarían o abundarían en la mayor, es decir, en Internet y en condiciones extremas como las que espero y deseo que nunca se repitan en beneficion de todos, los magnates de los medios de comunicación, corren la misma suerte que cualquier otro que lo intente o lo pillen metiendo la pata, pues en esas condiciones rigurosas solo captan la atención los errores de bulto, también los de expertos tertulianos de sus rebaños, alguno de los cuales desaparecieron nada más declararse el #estadodeabuso, como por ejemplo la política, tertuliana y abogada Cristina Almeida, pero sobre todo Enric Hernández, que en los atentados de Catalunya en 2017 era director de 1 periódico de referencia, sino referente él mismo como confidente de ventaja de las alertas de servicios llamados de inteligencia internacionales, pero que en la crisis de 2020 y ya al frente de los servicios informativos de la televisión pública española, no solo brilló por su ausencia, sino que al tener que rendir cuentas del fracaso algo más que estrepitoso del medio de comunicación pagado con dinero público que tenía que liderar las informaciones que se servían generosamente, filtrando las preguntas de periodistas que ni siquiera estaban presentes, y muchas veces leyendo los bustos parlantes las respuestas, es evidente que el medio más dotado de presupuesto y efectivos tendría que rendir cuentas, en las que curiosamente los superiores y subordinados del tal Hernández, argumentaban en su defensa que su jefe destinado a liderarlos se había ido de najas y aprovechado la coyuntura para desaparecer, también espero y deseo que para siempre, pues al menos los que metían la pata y se equivocaban quedando en ridículo, es sobre todo porque al menos daban la cara.
