– ¿Pero qué me está Vsted contando? Fue la reacción airada del juez García Castellón cuando Dina Bousselham reconoció que había recibido la tarjeta robada y dañada de manos de su líder Pablo Iglesias, que la había retenido varios meses tras recibirla a su vez del editor de la revista desaparecida Interviú, pero sobre todo que no había comunicado este detalle tan importante a la Policía cuando investigaban su denuncia por robo del móvil. No es para menos, pero por parecidos motivos también podrían haberle sacado los colores al abogado Calvente cuando declaró haber desaconsejado a Iglesias presentar la denuncia falsa contra Villarejo y ser ese el motivo de su expulsión de la organización política, que curiosamente coincidió en fechas con la denuncia de la antigua escolta para todo de Irene Montero, asunto que se resolvió en los medios de comunicación, pues la escolta retiró su denuncia a costa de 1 suculenta indemnización que parece haber dejado satistechos a todas las partes que van metiendo nuevos argumentos en el culebrón a medida que se van revelando al levantarse el secreto de las 2 ó 3 investigaciones en curso. De hecho, hasta que se levantó el secreto de sumario ni siquiera se sabía la tarjeta, si la SIM de llamadas o la SD de memoria, se trataba. Y la sorpresa mayor: la que fue encontrada en el registro de las dependencias de Villarejo era copia de los archivos -según otras versiones habrían sido los archivos informáticos de los pantallazos, algo que también podría haber obtenido de la publicación que se produjo 3 meses antes, y no solo en 1 medio sino en varios- y para lo que es suplantación, única explicación técnica razonablemente parecida a lo que pasón, no se necesita tarjeta de ningún tipo, solo saberse el nombre de usuario y la contraseña, que es lo que podría haber quedado activado en el móvil robado y alguien sabido aprovecharlo meses después. Sea por efecto de la justicia o cualquier otro, apenas se trata de relacionar lo virtual con algo físico, pero tal como ocurrió con la de Diana Quer, incluso aunque consiguieran desbloquearla, no se sabría del caso más de lo que se supo en 2015 coincidiendo con las campañas electorales de las elecciones municipales y en algunas autonomías, y los servidores informáticos originales estaban y están donde los tenga la aplicación de mensajería para móviles Telegram. Puesto que el 99,99% de las filtraciones que se airean en los medios de comunicación con pruebas siguen siendo llamadas telefónicas y de móvil, dar pábulo a 1 filtración de estas características en 2015 significaba aceptar que en fecha tan temprana los servicios secretos del estado también interceptaban conversaciones normalmente consideradas privadas en aplicaciones para móvil que usan el número telefónico como identificador. Cuando la misma trola inverosímil se intenta hacer colar en varios procesos judiciales, pues además del caso Villarejo, sin duda el más importante, la denuncia de acoso sexual entre abogados declarada falsa, o el turbio asunto de los sobresueldos y la caja B del partido, cuando se dice que sus trolls atacan al juez cabe preguntarse cuál de ellos, además de los medios de comunicación en los que se dirimen otros, pasa algo parecido a cuando se intenta meter la tarjeta SIM del móvil en la ranura SD o viceversa.